Sunday, October 18, 2020

Marina Combis ⭐️ Hoy cumple 83 años uno de los amigos que más quiero en esta vida, el bailarín, milonguero y escritor Julio Dupláa, el que está siempre con la palabra justa y su mano extendida. Comparto el Prólogo que escribí para su libro de cuentos "Apenas un Milonguero", que Dupláa presentó en la Academia Nacional del Tango en octubre de 2019. Foto: Gabriel Gutiérrez. 🥂 "Dicen que durante el tiempo que suena un tango una pareja se ama hasta perder el aire,

 

⭐️ Hoy cumple 83 años uno de los amigos que más quiero en esta vida, el bailarín, milonguero y escritor
Julio Dupláa
, el que está siempre con la palabra justa y su mano extendida. Comparto el Prólogo que escribí para su libro de cuentos "Apenas un Milonguero", que Dupláa presentó en la Academia Nacional del Tango en octubre de 2019. Foto: Gabriel Gutiérrez. 🥂
"Dicen que durante el tiempo que suena un tango una pareja se ama hasta perder el aire, sus pies vuelan al ras del piso dibujando una poesía única en la pista y renace en un abrazo que parece contener el mundo. Las palabras sobran, los cuerpos se reconocen, comparten un eje de cadencias y pasiones en el punto exacto de equilibrio de dos existencias que se funden en una, ilusión onírica de tres minutos que sólo se afirma en el dos por cuatro.
Sin dudas de eso sabe, y mucho, el autor de este libro, un Milonguero de Ley que después de haber vivido muchas vidas en una, de haber dejado el alma en cada tango, despunta en los últimos tiempos una nueva pasión, la de la escritura. Al pie de sus relatos siempre reza la misma firma: “Apenas un milonguero”. Horacio Ferrer le escribió alguna vez a Pichuco: “No habrá nunca un porteño tan baqueano del alba”. A mí, si hoy alguien me pregunta por Buenos Aires, yo sin dudarlo pronuncio su nombre: Julio Dupláa.
Hombre del barrio malevo de Villa Urquiza, “La Siberia”, donde un día comenzó a construir esperanzas de vida y de tango, donde el deseo del baile se apoderó de su alma. En medio de tertulias infinitas, estado de arrojo nocturno y sueños compartidos junto con otros seres sensibles de su misma estirpe tanguera encontró en un abrazo cerrado, bien milonguero, la expresión que los haría libres al unísono, y para siempre.
Dupláa nos hace viajar a través de sus cuentos por esa Buenos Aires que ya no es, desde la década del ’50 hasta la actualidad, con una mirada tierna y a la vez descarnada de sus protagonistas. Relatos plagados de melancolía, de sátira, de héroes y antihéroes, de apasionadas marchas y contramarchas, de recónditos lugares, algunos cubiertos de polvo y herrumbre, donde resisten las musas y el amor.
Viajamos con él por las Milongas de los barrios y del centro, del chamuyo y del buen bailar, de palabras prohibidas, de brillo y de mística, cuando todos buscaban diferenciarse en duelos poéticos de abrazos y pisadas. Clubes como el Sin Rumbo, el Morán o el Resurgimiento, entre tantos otros, y personajes entrañables, portadores de códigos bien milongueros, fuente de sabiduría popular, todos con Patente de Porteño.
A esos lugares nos invita. A las épocas de seca y otras más felices durante el Peronismo, a la mesa del café, al club del barrio, al Hipódromo, el escolaso, la escuela de la calle como confesionario de amigos y el tango, siempre el tango. La Milonga, ahí donde giran los bailarines en un movimiento que hipnotiza, cautiva, que te abraza y no te suelta nunca más. Aparecen los Milongueros que piensan que todo tiempo pasado fue mejor, pero también los otros, que ven en los jóvenes la continuación de este milagro.
Así como Julio Dupláa camina la pista de baile con la elegancia y la sutileza de los grandes, nos entrega ahora un fragmento de la historia de Buenos Aires y algunos de los secretos mejor guardados de las Milongas que pisó, las orquestas, los cantores y la cultura de un pueblo que renace en la memoria con cada una de estas historias de los pioneros en el arte de bailar. Para la alegría de todos nosotros, Dupláa desarrolló un gusto por la literatura, escribe cuentos y poesía con el arrabal forjando cada línea.
Nos abraza con sus escritos, cuando nos hace ver Buenos Aires a través de sus ojos y nos emociona con historias asombrosas; nos abraza con el alma inquieta de su eterna juventud, nos abraza simplemente un día cualquiera cuando abrimos su libro, porque nos ofrece su universo de tango, que es su vida entera. Y no es poco. “Porque la Milonga no es la felicidad, pero es lo más parecido”.
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Marcelo Luis Conti y 92 personas más
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